Es la una y media de la tarde. Hace una hora Kar ha clavado su daga en el lugar más sensible de mi alma y las cosas por la que tanto vivimos los seres humanos se están derrumbando.
Y lo hacen lentamente, siento que un cuchillo sin filo zigzaguea en el borde derecho de mi cuello, y de la herida, que crece con cada escisión, escapan chorros de sangre, la cuchilla primero me quita el habla y después elimina toda conexión entre mi cuerpo y mi cabeza.
Debería estar muerto ya, pero obstante sigo vivo.
Kar no se ha marchado, por el momento nos une una pseudoamistad. Sé que aún siente por mí. Estoy dispuesto a luchar y a ganar, pero cada una de mis neuronas están tan colamatadas de confusión que no sé qué camino seguir ni cómo hacerlo.
¡No partas aún, Kar. En este mundo hay mucho por que luchar, no te vayas ahora!
viernes, 26 de octubre de 2007
KAR QUIERE HUIR DE NUESTRAS VIDAS
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