Nicolás Tola llegó a La Paz hace un mes. Desde entonces ambula en el mercado de Villa Fátima y en otras ferias donde vende los limones que lleva en una canastilla seminueva. Retornará a Tinquipaya, una localidad de Oruro, en dos semanas. Ya de regreso, dormirá un poco, comerá con su familia y luego se irá a la chacra a cosechar papa, o tal vez se quede en casa a pisar chuño.
Para sus doce años, Nicolás tiene un caudal de trabajos desarrollados. "Siempre le ayudo a mi papá a cosechar papa, grano y cebada", indica. Y periódicamente viene a la sede de gobierno para ofrecer los cítricos que compra del Mercado Rodríguez.
La primera vez llegó con su padre, quién le enseñó el negocio. Sin embargo, en la segunda ocasión, éste solamente lo trajo y lo dejó con un pariente. Desde entonces, se las arregla solo.
El artículo 58 de la Ley General del Trabajo prohíbe la labor de los niños menores de 14 años. Pero ésa es una frase ajena para "Nico". La realidad es que él debe trabajar para llevar dinero a casa. Por eso, el 11 de junio, cuando el Gobierno ofreció un desayuno a los niños en conmeración del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, este niño comerció sus limones como un día cualquiera.
Comercio minoritario
De acuerdo con el estudio Trabajo Infantil en Bolivia, Características y Condiciones, publicado en agosto de 2005, los "limoneros" desempeñan una actividad terciaria del comercio minoritario, igual que las empleadas domésticas y meseros.
Según el documento, las actividades desarrolladas por menores de edad suman 105.859. En el nivel primario, relacionado con trabajos de agricultura, casa y pesca, la cifra llega a 9.369; y en el nivel secundario (industria y construcción), a 30.469.
Haciendo un total, la población activa de niños y adolescentes trabajadores de 7 a 17 años en Bolivia llega a 313.529. Esto sin mencionar casos como el de Nicolás, quien luego de laborar en la ciudad, retornará a su comunidad para trabajar en la agricultura, sin siquiera haber estudiado en la escuela.
En busca del sustento
Los niños "limoneros" adquieren el producto en el Mercado Rodríguez. La caja contiene 65 unidades y ellos lo ofertan por unidades, generalmente, de cinco por cada boliviano.
"Hay venta nomás. Un día he vendido valor de 1.000 pesos", relata Pascual Laime (de once años), quien con su carita jocosa y quemada por el sol pese la gorrita descolorida que lleva en la cabeza, trajina en los mercados de La Paz para buscar el sustento diario.
Pero el dinero de Pacual no se queda con él y su hermano -tambien dedicado al mismo negocio-, envían parte de sus ganancias a su madre y a su hermanita, quienes viven en una provincia de Oruro.
Preferencia por las ciudades
Muchos de los "limoneros" provienen de las provincias de Potosí y Oruro, llegan a las ciudades y pocos retornan a su tierra. Según las cifras, el 55 por ciento de niños trabajadores radican en las ciudades.
Una vez ahí, las jornadas se hacen tediosas y en muchos casos los menores se olvidan de su educación. Por ejemplo, Pascual ni siquiera se imaginó que trabajaría en la ciudad y lejos de su familia. Él vino a comerciar cítricos luego de que su padre falleciera.
Los limoneros comparten el rubro con jóvenes y algunos adultos, no están organizados, y afortunadamente no sufrieron agresiones, según indican. Muchos de ellos, sin embargo, no frecuentan la escuela diurna y desconocen las diversiones acordes a su edad. "Mi sueño es volver con mi mama, me gusta vender, pero quisiera estar en mi casa", indica Pacual, quien sonríe y observa el paso jocoso de tres niños con mochila y guardapolvo que cruzan, abrazados, una calzada del Mercado Villa Fátima.
Por ahora, este menor vive en una casa alquilada en villa El Carmen y cursa el tercero de primaria en la escuela nocturna Hernando Siles. No obstante, sus logros provienen de un esfuerzo que comienza a las ocho de la mañana y se prolonga hasta las seis de la tarde, sin feriados, sin extras, transitando a pie las arterias de la ciudad, y de domingo a domingo.
Para sus doce años, Nicolás tiene un caudal de trabajos desarrollados. "Siempre le ayudo a mi papá a cosechar papa, grano y cebada", indica. Y periódicamente viene a la sede de gobierno para ofrecer los cítricos que compra del Mercado Rodríguez.
La primera vez llegó con su padre, quién le enseñó el negocio. Sin embargo, en la segunda ocasión, éste solamente lo trajo y lo dejó con un pariente. Desde entonces, se las arregla solo.
El artículo 58 de la Ley General del Trabajo prohíbe la labor de los niños menores de 14 años. Pero ésa es una frase ajena para "Nico". La realidad es que él debe trabajar para llevar dinero a casa. Por eso, el 11 de junio, cuando el Gobierno ofreció un desayuno a los niños en conmeración del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, este niño comerció sus limones como un día cualquiera.
Comercio minoritario
De acuerdo con el estudio Trabajo Infantil en Bolivia, Características y Condiciones, publicado en agosto de 2005, los "limoneros" desempeñan una actividad terciaria del comercio minoritario, igual que las empleadas domésticas y meseros.
Según el documento, las actividades desarrolladas por menores de edad suman 105.859. En el nivel primario, relacionado con trabajos de agricultura, casa y pesca, la cifra llega a 9.369; y en el nivel secundario (industria y construcción), a 30.469.
Haciendo un total, la población activa de niños y adolescentes trabajadores de 7 a 17 años en Bolivia llega a 313.529. Esto sin mencionar casos como el de Nicolás, quien luego de laborar en la ciudad, retornará a su comunidad para trabajar en la agricultura, sin siquiera haber estudiado en la escuela.
En busca del sustento
Los niños "limoneros" adquieren el producto en el Mercado Rodríguez. La caja contiene 65 unidades y ellos lo ofertan por unidades, generalmente, de cinco por cada boliviano.
"Hay venta nomás. Un día he vendido valor de 1.000 pesos", relata Pascual Laime (de once años), quien con su carita jocosa y quemada por el sol pese la gorrita descolorida que lleva en la cabeza, trajina en los mercados de La Paz para buscar el sustento diario.
Pero el dinero de Pacual no se queda con él y su hermano -tambien dedicado al mismo negocio-, envían parte de sus ganancias a su madre y a su hermanita, quienes viven en una provincia de Oruro.
Preferencia por las ciudades
Muchos de los "limoneros" provienen de las provincias de Potosí y Oruro, llegan a las ciudades y pocos retornan a su tierra. Según las cifras, el 55 por ciento de niños trabajadores radican en las ciudades.
Una vez ahí, las jornadas se hacen tediosas y en muchos casos los menores se olvidan de su educación. Por ejemplo, Pascual ni siquiera se imaginó que trabajaría en la ciudad y lejos de su familia. Él vino a comerciar cítricos luego de que su padre falleciera.
Los limoneros comparten el rubro con jóvenes y algunos adultos, no están organizados, y afortunadamente no sufrieron agresiones, según indican. Muchos de ellos, sin embargo, no frecuentan la escuela diurna y desconocen las diversiones acordes a su edad. "Mi sueño es volver con mi mama, me gusta vender, pero quisiera estar en mi casa", indica Pacual, quien sonríe y observa el paso jocoso de tres niños con mochila y guardapolvo que cruzan, abrazados, una calzada del Mercado Villa Fátima.
Por ahora, este menor vive en una casa alquilada en villa El Carmen y cursa el tercero de primaria en la escuela nocturna Hernando Siles. No obstante, sus logros provienen de un esfuerzo que comienza a las ocho de la mañana y se prolonga hasta las seis de la tarde, sin feriados, sin extras, transitando a pie las arterias de la ciudad, y de domingo a domingo.
8 comentarios:
Felicidades por esta nota!
Es una desgracia que tantos niños tiengan que trabajar en nuestro país, cada día aumenta el número de niños que se insertan a esta vida donde olvidan los juegos y se insertan a la cruda realidad!
Escribes datos interesantes, vaya números! Y luego nos damos el gusto de decir que hay zonas con cero de analfabetos...
Por más leyes que amparen a los niños y prohiban que ellos trabajen, la realidad es otra...con o sin leyes la sociedad los empuja a hacerlo...
Lindo pasar por acá!
Un afectuoso abrazo!
Coincido plenamente contigo Carito, y te digo una cosa más. Tu profundo amor por los niños me inspiro a escribir sobre ellos.
Besos a la distancia.
este es otro problema que se asume en mi país.
es triste ver como cada día aumenta el trabajo y abuso infantil
por que eso es un abuso, no es justo que se pierdan de la maravilla que es ser niño, de estudiar de aprender de jugar
en vez de cosechar peligro en las calles.
y lo peor de todo es que esto se volvió pan de cada día,
los niños a trabajar como adultos,
y a olvidar sen que son niños día tras día...
muy vacano de su parte interesarse por estos temas y sobre todo darle la importancia que se merece
un abrazo....
Tengo un pequeño regalo para ti en mi blog! Pásate a recogerlo!
Comentario fuera de lugar y de "entrada" de Claudia Lesly.
Sí, precisamente de esa canción saqué el título. Escribía la mis anécdotas personales mientras escuchaba la canción. Me gustaría conversar más contigo. Te agregué a mi msn. Pero por si acaso te dejo mi msn. Es: claudialesly@hotmail.com
Willy
excelente nota... me autorizas a reproducirla en alminuto.com.bo
saludos
Estimado Ronald, como dice el cuadro inferior, el material que produsco puede ser utilizado gratuitamente, sólo es necesario ´citar el nombre del autor, que en este caso soy yo.
Asi que luz verde.
Cumplimentos per el blog.
Soy paceno de "adopcion"...
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