domingo, 23 de marzo de 2008

EL LIBRO AZUL POSEE VALIOSOS DATOS SOBRE EL PROBLEMA MARÍTIMO ENTRE BOLIVIA Y CHILE

En septiembre de 2004, el ex presidente Carlos Mesa demandó ante la ONU el retorno de una salida marítima a su homólogo chileno, Ricardo Lagos. Para esa ocasión, la Cancillería había repartido entre sus similares un ejemplar del Libro azul, el problema marítimo boliviano, para que los mandatarios de las otras naciones se enterasen de que hay un asunto pendiente por resolver entre Bolivia y Chile.

El Libro azul, que el mismo Mesa -antes periodista, historiador y escritor- se encargó de revisar, es uno de los que mejor explica el costo social, económico y político que debe pagar nuestro país como consecuencia del arrebatamiento marítimo que nos hizo Chile en marzo de 1879; los tratados incumplidos por parte de esa nación mapuche; los intentos que hizó Bolivia para recuperar su costa; los apoyos de ciudadanos chilenos, personalidades como Jimmy Carter y Kofi Anaan, organismos como la OEA y países como EEUU; cómo Chile llegó a poseer uno de los yacimientos más grandes de cobre que antes de la Guerra del Pacífico le perteneció a nuestro país; y cómo nuestro pueblo revivió ese capitulo negro de la historia cuando, en octubre de 2003, más de 60 de bolivianos sacrificaron sus vidas por negarse a exportar el gas a través de un puerto chileno.

Hoy existe una agenda de 13 puntos con Chile y en ella por primera vez figura el conflicto marítimo, pero es nuestra obligación divulgar que hay un asunto pendiente entre Bolivia y Chile, y el Libro azul puede ayudarnos en este empeño.

Descargar el Libro Azul en: versión PDF;
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sábado, 22 de marzo de 2008

MARADONA APOYA LA CAUSA BOLIVIANA DE JUGAR EN LA ALTURA

El astro Diego Armando Maradona condenó el veto que la FIFA ejerce contra Bolivia y demostró que jugar en la altura de La Paz es posible. Llegó al estadio Hernando Siles este 17 de marzo y, junto con un equipo de ex futbolistas argentinos, disputó un partido amistoso contra el combinado verde.

El 14 de marzo, la FIFA ratificó la prohibición de jugar compromisos por las eliminatoras mundialistas y torneos internacionales en estadios situados a una altura superior a los 3000 metros sobre el nivel del mar; el estadio Hernando Siles, donde la Selección Boliviana juega sus partidos oficiales, está se encuentra 3.600 metros sobre el nivel del mar.
ACTUALIZACIÓN:

sábado, 15 de marzo de 2008

LOS DINOSAURIOS DEL CRETÁCICO SE RECREAN EN UN RINCÓN DE SUCRE

El Parque Cretácico de Sucre posee uno de los yacimientos de huellas de dinosaurios más grande del mundo. Las pisadas dobles de un titanosaurio, cerca de la falla geológica de la gran muralla, son las más fotografiadas por sus visitantes.

Como en los documentales de televisión. Temibles ruidos vivos se oyen a la distancia, algunos más cercanos que otros pero todos inquietantes por su fuerza y resonancia, mas los gigantes aún no pueden verse. Desde el recreo para niños, casi en el ingreso del Parque Cretácico, la única sensación de calma la otorga una mujer, quien indica que la visita al mundo de los dinosaurios ha comenzado.

En esa parte del recreo prehistórico hay un resbalín en forma de tiranosaurio y un pequeño mirador, desde ahí, a unos 300 metros de distancia, se observa la evidencia más clara de vida de estos animales. Se trata del farallón de Cal Orck'o, un yacimiento de 1,2 kilómetros que guarda más de 5 mil huellas de dinosaurios de 332 especies, que la convierte en una de las más extensas del mundo.

La guía explica la historia del Cal Orck'o, pero sus palabras son confundidas con los sonidos que a la distancia emiten estos colosos. "Los trabajadores de Fancesa descubrieron las huellas en 1994 y luego expertos llegaron para comprobar su autenicidad, desde allí comenzó el proyecto para crear este parque".
Tras su inauguración, en agosto de 2006, el Parque Cretácico de Sucre recibe a miles de personas que se congregan en sus 5.224 metros cuadrados para admirar una treintena de replicas de dinosaurios que se pasearon por nuestro continente hace 68 millones de años, cuando moría el cretácico y se iniciaba un nuevo periodo: el eoceno.

Las huellas de un titanosaurio, cerca de la falla central, son las más fotografiadas del Cal Orck'o. De momento, el terreno está en conservación, por lo que su vista cercana se posibilita a través de cinco binoculares de que alquilan por dos bolivianos cada uno.

Ya más adentro, el clima es recreado hasta con la vegetación de la época: cicas, tulipaneros, magnolias fuscatas, entre otros, y la sensación de sentirse una miniatura en tierra de gigantes es real.Un par de lagunas artificiales exhiben a un ceratodus (pez del periodo cretácico), un baurusuchus (especie de cocodrilo) y otros reptiles marinos.

Conforme avanza la incursión, se aprecian saurios con apariencia de reptiles y nombres sugestivos como abelisaurios o iguanodontes. Pero la vista más impresionanate la representa el ejemplar de un titanosurio hembra de 36 metros de largo y 16 de alto con cola y cuello largos que hábito Sucre en el cretácico, y un tiranosaurio rex, depredador carnívoro de 12 metros de longitud, que trata de atrapar a un adrosauro.Esa acción se mezcla con la presencia de un anquilosaurio (semejante a un armadillo), un ceratopsio, una niolamia (con cierto parecido a una tortuga) y un carnotauro, carnivoro propio de nuestro continente. Alrededor de todos ellos hay altavoces que recrean los ruidos propios que emitían estos animales.

La época de mayor población y evolución de los dinosaurios es la era secundaria o mesozoica, que data de hace unos 228 millones de años hasta unos 68 millones. El cretácico, periodo del cual se hizo la representación de sus habitantes, oscila entre los 135 a 68 millones de años.

Este periodo es el último del reinado de estos reptiles, pues su extinción -presuntamente por el choque de un meteorito que produjo cambios climáticos en la tierra- originó la aparición de las primeras aves y mamíferos que viven en nuestro planeta.

Una de esas muestras yace de pie, cerca de la tienda de souvenir (recuerdos) del parque. Ahí, un velociraptor es la mezcla de un ave y un reptil: se mueve con dos patas, tiene cola, posee dientes y alas con plumas, pero no puede volar.A poca distancia, otra escena de acción: un mini titanosaurio es bacilado por una lagartija gigante que le roba sus huevos para llevárselo a una cueva.

Frente a la tienda hay un restaurante y el Museo Paleontológico del Parque Cretácico, integrado por paneles que suministran información de Bolivia y sus dinosaurios en el periodo cretácico, réplicas de huellas, maquetas de saurios a escala y una gran fotografía del farallón de Cal Orck'o.

Las huellas de la gran muralla fueron declaradas Monumento Nacional y la comuna de Sucre gestiona para que la Unesco la declare Patrimonio Natural de la Humanidad, con lo que el parque puede generar mayores recursos. Entretanto, diez bolivianos bastan para que un visitante pueda revivir la presencia física y sonora de estos gigantes que alguna vez dominaron nuestro mundo.

viernes, 29 de febrero de 2008

EL MAS Y SUS MANIOBRAS POLITICAS

Un asesor de la oposición en la Asamblea Constituyente me dijo, off de record, que en una reunión ellos y los constituyentes de la derecha resolvieron que introducir la discusión de la capitalidad era la única forma de parar al MAS de sus ambiciones políticas. Luego me recalcó una y otra vez: "Así de cochina es la política".

Lo que hizo el MAS este jueves con la aprobación de la leyes para los referendos Dirimitorio y Constitucional para este 4 de mayo no fue más que confirmar la suciedad de la política. La consulta del estatuto autonómico cruceño estaba en marcha mientras la nueva Constitución dormía, y si el Gobierno no aprobaba una ley de consulta ayer, quedaba fuera de carrera porque la norma indica que un referendo debe ser convocado mínimamente con sesenta días de anticipación.

El mismo diputado oficialista César Navarro dijo el jueves por la mañana que había que hacer una jugada política, y no olvido la declaración de Gustavo Torrico, quien en una oportunidad señaló que en política no puedes tener un plan A sin tener uno B, C...

Pero el MAS aprendió con creces de sus antecesores. ¿Acaso el MNR, en pacto con el MIR y NFR, no convocaba a reunión de bancada al MAS para dejarlos en out y llamaba a una sesión de Congreso con el fin de aprobar leyes en su favor?

Tampoco olvidemos la maniobra de Goni, quien ordenó a su entonces ministro de educación Hugo Carvajal renunciar a su cargo para que, en su condición de senador, vote en favor de la inmunidad para las tropas norteamericanas. Horas después, Sánchez de Lozada repondría en su cargo a Carvajal.

Lo que está haciendo el MAS no es otra cosa que jugar a la política como lo hicieron sus predecesores ADN, MIR y MNR. Ahora está recibiendo críticas de sus opositores cívicos, regionales y políticos. ¡Por favor! ¡Cómo si ellos no lo hicieran!

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sábado, 23 de febrero de 2008

AZARES

Por Wilfredo Jordan

I
Áxel miraba por la ventana. Cuando volteó, vio a Libia frente al espejo. La brasilerita de cabellos rubios encrespados y ojos místicos estaba con los pies separados a discreción, contemplándose en el cristal y ajustándose el broche del pantalón con la pericia de un científico. Un aire tibio se respiraba en la habitación a esa hora de la mañana, la TV emitía un programa de Discovery Chanel, y una toalla marrón, recién desposeída, yacía sobre la mesa contigua al ropero. Libia se tendió en la cama, se acomodó con las rodillas dobladas y cogió el control remoto para cambiar de canal.

—¿Fumas? —le preguntó Áxel en un claro propósito de arrancarle unas palabras, pues hacía buen rato que la conversación se manejaba entre mohines y frases deshilvanadas. La rubia, visiblemente concentrada en la pantalla, negó con la cabeza

—Entonces ¿Por qué ayer me dijiste que vaya a comprar cigarrillos?

La rubia lo miró fijamente, caviló un segundo y respondió con una sonrisa socarrona, luego sus ojos volvieron a la TV. Parecía inmutada, su comportamiento no mostraba ni un solo vestigio de lo que había hecho hace unas horas, cuando entró en el camerino de los músicos y conoció a Áxel.

Esa noche había salido con sus amigas a una discoteca de la Jorge Carrasco. El local era enorme, tenía el piso alfombrado, paredes de espejos empotrados y cientos de luces inteligentes que se repartían dibujando figuras geométricas por toda la pista. En el ingreso había un letrero con la inscripción: Hoy Amazonas. El nombre, que le hizo recuerdo a su tierra, la indujo a acercarse al camerino; cuando lo hizo, un tipo pálido, con porte de hombre mono, de nombre Simón, y de profesión cantante, se le apareció y le hizo el protocolo de presentarle a sus compañeros, en ese instante llegó Áxel, quien tras saludarla, se fue a templar su guitarra. A los dos minutos, el grupo ya estaba tocando.

Libia estaba adormecida por el licor, sin darse cuenta se vio bailando en medio de los músicos, moviendo sus caderas como un torbellino de curvas incipientes, subiendo y bajando las piernas, a ratos apoyaba las manos en sus muslos, éstos, al descender, se inflaban voluptuosos e incitantes a la lujuria. Se sintió tan absorta en sus meneos que ignoró los gestos de sus amigas cuando la llamaron para avisarle que debían marcharse. A tanta insistencia, movió la mano y respondió con un no, y luego con un adiós.

Terminado el primer "set" buscó a Áxel, que se descolgaba la guitarra. Le exprimió unas gotas de limón salado en la boca y le dio de beber un sorbo de tequila, después le clavó un beso y se borró del panorama.

II
—Son unas "pildoritas" esas brasileras, se han ido sin pagarme los vasos rotos —reclamó la mesera en tono hostil mientras colocaba el singani, la jarra con el mezclador y los vasos cristalinos sobre la mesa del camerino.

—Tranquila, ya se fueron —respondió sonriendo el baterista.

La mesera expandió los ojos y, luego de coger la charola, salió del cubículo.

—La brasilerita me dijo que volvería —exclamó Simón, que examinaba la botella de singani con ínfulas de catador añejo—, la semana que viene debe partir a Manaus y hoy quiere parranda, pero no hay que dirigirle la palabra, yo no lo haré. Debe ser una "pildorita", como dice la mesera.

Los muchachos murmuraron y sonrieron al unísono, y Simón comenzó a servir el trago. Mientras lo hacía, habló sobre un operativo que había hecho la Policía hace unos días. En la ocasión, en un boliche cercano, habían detenido in fraganti a tres mujeres que le sustraían sus pertenencias a un trío borrachos dormidos, y en la requisa, los agentes les habían decomisado sedantes molidos. Alardeaba y bebía tan plácidamente que arrugó el entrecejo y clavó una filosa mirada a la puerta cuando ésta se abrió, pero luego la canjeó por una sonrisa cuando vio que era Libia, que no había tardado ni media hora en volver.

Su retorno motivó el silencio cómplice de la muchachada, excepto de Simón, que impulsado por la bebida y olvidándole de sus palabras, se creyó destinado a cogerla.

—¡Pero miren a quién tenemos aquí! —se le acercó, le invitó un vaso, la tomó por la cintura y la llevó al sillón del fondo— Ven acá y siéntate conmigo que tú y yo tenemos que platicar.

Trataba de hacerle conversación dándole de beber algunos sorbos, pero a momentos se sentía desubicado, pues el español de la rubia seguía sonando a portugués. Libia alternaba sus palabras con algunas miradas dirigidas a Áxel y tras cubrirse la boca para ocultar un bostezo, guardaba sus manos entre sus muslos y volvía a escuchar. El anuncio de la segunda tocada interrumpió a Simón y puso de nuevo a los muchachos en el escenario. Esta vez Libia, más sosegada, agarró una de las chaquetas tiradas en el sillón, se la puso de buen agrado y se limitó a mirar.

Terminado el show buscó a Áxel y se lo llevó a un rincón del escenario.

—Vamois a sentarnos a otro lado —le dijo, se acomodó sobre una caja improvisada al lado de la batería y le enseñó un billete de veinte bolivianos—. Compra cigarrillos.

Mudo, el joven recibió el dinero, miró hacía el camerino y se topó con los rostros de sus compañeros, todos lo observaban. Simón llevó su índice debajo de su párpado derecho, en el borde de la órbita ocular, y se abrió el ojo. Áxel hizo una mueca de haber entendido el mensaje.

—¡Eh, mejor te despacho a tu casa! —dijo, sin saber bien lo que haría. Libia asintió, entrecruzó su mano con la de su acompañante y salieron de la discoteca.

III
Afuera soplaba un tenue frío, aún había gente en las calles. La pareja caminó unos metros y Libia agarró un taxi.

—¿Pando y América? —le preguntó al chofer.
—30 bolivianos —respondió éste.

La rubia asintió y ambos entraron en el asiento trasero del vehículo. Las llantas comenzaron a rodar.

—Hay dinero en mi billetera, busca en el bolsillo derecho de la chaqueta —dijo Áxel. La rubia escrutó un par de veces, pero no halló nada. Al verla, el joven se extrañó un poco. "Ésas brasileras son unas 'pildoritas', se han ido sin pagarme los vasos", las palabras de la mesera irrumpieron con vibraciones sonoras en su cerebro, pero trató de disimular.

—Entonces, sólo tenemos los 20 que me diste. No nos alcanza.

La mujer fingió no escuchar y se puso a tararear una canción.

Áxel se quedó en silencio, el timbre cálido de Libia le hizo pensar unos minutos mientras el coche avanzaba a gran velocidad. La noche era caliente ahí adentro y todo se alternaba con algunas órdenes que la brasilerita le daba al chofer. De pronto, el muchacho ordenó parar el coche.

—¡Aquí me quedo! —exclamó con voz firme.

Libia lo miró súbitamente, posó sus labios en los de su acompañante y le habló tiernamente.

—No —le acarició una mejilla— Tú vais a mi apartamento.

El coche se internó en un callejón oscuro tan sólo iluminado por un enorme letrero de bordes relucientes con la inscripción: Atlántida, sobre éste se imponía la escultura de un gran terodáctilo prehistórico con las alas abiertas. Era la entrada de un hotel de diez pisos cuyas ventanas, a esa hora, eran casi imperceptibles.

El taxi se detuvo y Áxel sacó el billete. Libia, tras mirarlo, apoyó su pierna derecha en el borde del asiento y subió el botapié de su pantalón, su piel blanca resplandeció como un faro en la penumbra del vehículo, deslizó el cierre de su bota y de su media sacó un par de pendientes dorados, los juntó con el billete y se los ofreció al conductor.

—Con esto alcanza

El chofer recibió el efectivo y rechazó los aretes. Sin pensarlo, la rubia salió del coche y entró en el edificio por una puerta pequeña contigua al parkeo, la principal, de vidrio transparente, estaba cerrada.

—Espéreme un segundo —exclamó Áxel, que siguió la misma ruta de su ocasional pareja. Cuando se internó en el edifici, se encontró con un aire abrazador, plantas esmeradamente cuidadas, un living de terciopelo rojo, un televisor de pantalla plana y un mostrador con una colección de llaves plateadas fijadas en la pared. Un señor veía la TV y otro le daba una llave a Libia, que hurgaba en sus bolsillos. Sacó una moneda de cinco, se lo dio a Áxel y lo miró con ojos de cachorra tierna, como diciéndole: "No tengo más dineiro".

El joven no lo pensó más y buscó en su pantalón, tomó la única moneda que le quedaba y se la enseñó, Libia al darse cuenta señaló al coche con las cejas y Áxel corrió como un vasallo. Cuando volvió la brasilerita lo cogió de la mano y lo condujo hacia el ascensor, subieron al quinto piso, abrió una de las puertas y lo hizo pasar. Y ahí estaban: en la habitación número 502 del Quinto Piso del hotel Florida, varios pensamientos rondaban en la cabeza del muchacho mientras cerraba la cortina y contemplaba las tremendas curvas de la cintura de Libia, que yacía de espaldas, junto a su ropero, quitándose su top rojo para canjearlo por una polerita de algodón sin mangas que utilizaba para dormir. Frente a la cama, una película americana incitaba a la intimidad y sometía a la bombilla de luz que iluminaba la habitación, que, en dos minutos más, quedaría en penumbra.

La Paz, enero de 2005